miércoles, 2 de junio de 2010

Metanoia

Es muy probable que las presiones del trabajo y el atuendo de persona adulta me esté convirtiendo en una persona que ríe poco, ¿aburrida?.. no, no es para tanto, pero la rigidez que se espera de nosotros en los diferentes ámbitos en que nos desenvolvemos nos convierte en adultos de generación espontánea. Hemos llegado al punto en que la sonrisa de alguien nos puede parecer “sospechosa” y lanzamos atropelladamente comentarios que matan, en un instante, las buenas intenciones de quien había decidido construir un puente que comunique de lo ordinario a lo trascendente.

Me llegan a sorprender los niveles de apatía que un simple saludo puede generar en otra persona. Después de una sonrisa la respuesta obvia es otra sonrisa, ¿no? Después de un “Buenos días” la consecuencia inmediata sería otro saludo en el mismo sentido, pero a veces no es así. Hace poco, me doblaba de la risa al ver como una persona se asustó con la efusividad y emotividad de otra al despedirse. Pareciera que los buenos modales nos restaran poder o la correspondencia de afecto fuera un recurso no renovable, que de usarlo, se puede gastar. Simplemente aquí, en mi maravilloso entorno, cuesta trabajo predecir el clima anímico que portará cada persona y en respuesta a eso, preferimos no cuestionar ni sobre-reaccionar, entrando al juego de la indiferencia. Ese juego que todos jugamos alguna vez.. Ese rol que nos lleva a estacionarnos en los parámetros de la “normalidad” impuestos por una sociedad que se mide bajo percepciones y criterios relativos.

Tenemos lleno el repertorio de juicios, críticas o comentarios sin otro fin que descalificar al otro. Nos engolosina morbosamente los fracasos del que lucha a nuestro alrededor sin haber movido un dedo para dar el primer paso en nuestro beneficio. Empezamos a poner piedras al trabajo ajeno y no desaprovechamos la oportunidad de alimentar la luz del otro con nuestros aguijones. Escuché hace unos días que la crítica es “el tributo del mediocre y el fracasado al hombre o la mujer de éxito”… Mientras nuestro interior se deforma y escupe fuego a través de nuestra lengua, nuestro envidiado sujeto se activa, propone, crece, lucha, conquista y acumula logros.

Cuidamos más el trato cortés con quien tenemos relaciones temporales (sociales, laborales) que con quienes adquirimos compromisos de vida (pareja, hijos, padres). Mencionamos a nuestro compañero una lista de cualidades de otra persona y no reparamos en una sola que lo haga sentir especial por lo menos un día. Cuidamos nuestro lenguaje para dirigirnos a nuestros amigos y en casa lo olvidamos bajo el escudo de la confianza. No confundamos, confianza no es libertad para faltar al respeto. Sentido del humor no es franca burla para lucirse frente a un grupo de amigos. Honestidad no es descaro para herir e inteligencia también es criterio. Criterio para reconocer la diferencia entre corrección y ofensa, entre el orgullo y la soberbia, entre lo permanente y lo fugaz, entre quien te ama de verdad y quien sólo te utiliza.

Pretender pasar por encima de los demás abusando del poder físico o jerárquico nos hace ser temidos, más nunca queridos. Creernos más listos por hacer “tonto” a otro, nos ubica como las personas más débiles de juicio y voluntad. Concedernos tantos derechos y anular nuestras obligaciones nos hace pusilánimes y dependientes. Vivimos en un estado permanente de “Amnesia Selectiva”, recordando lo que nos hacen y olvidando lo que hacemos.

Despertemos a una nueva conciencia y madurez que nos permita sonreir por naturaleza. Que nuestra palabra sea útil y no nos comprometa a pagar un precio muy alto por ella. Dejemos de creer que hay mucho tiempo para restaurar. Nos acostumbramos a vivir bajo las sombras de nuestros actos, alimentando justificaciones y padeciendo las consecuencias; acto seguido: más quejas y motivos para permanecer en el nivel más ínfimo de calidad humana.

Más allá de la mente, más allá del impulso, más allá de nosotros mismos, hoy es el día del proceso “Metanoia” o cambio de enfoque. Tiempo para reinventarse, oportunidad para reajustarse, voluntad para manterse en pié.

Ahora, prueba cambiar tu rostro. La seriedad ya te acompañó por mucho tiempo.

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