C O N T R A S E Ñ A
Blog de www.trionicca.com.mx
lunes, 1 de octubre de 2012
En apuros...
domingo, 23 de septiembre de 2012
domingo, 29 de agosto de 2010
Hadas y Brujas

Probablemente no es día de hacer más y aumentar el consumo de complejo B para aguantar el ritmo, pero sí mejorar o hacer lo contrario a lo habitual. Convivir con esa historia que se va escribiendo afuera y que escapa a los noticieros. Atravesar la barrera de la modernidad por unos momentos y pasear por sitios que llevan años contando su leyenda. Comer un elote de carrito y sentarse simplemente a observar lo que esta computadora no puede registrar. Hacer lo que regularmente me da flojera hacer y poner metas específicas para nuestras actividades, incluidas las que no tienen que ver con trabajo. Amar, por qué no, sin excusas ni respuestas. Después de todo, los sentimientos también son nuestros y como tales se sujetan a una decisión puramente personal. Qué bien se siente poder afirmar: “Decido amarte porque se me da la gana y tú sentir es tu cuento o... también decido cuando dejaré de hacerlo”. Creo que bajo esta ideología acabaríamos con aquellos dramas telenoveleros que vivimos cuando una relación termina y asumiríamos más el control de nosotros mismos.
Transformarse en un ser poco predecible es un bendito regalo que los años te van dejando saborear. Que nadie sea digno de explicaciones, bueno… son palabras mayores, pero puede convertirse en una práctica bastante liberadora y de recuperación de uno mismo. Veo parejas dando tantas explicaciones a necedades, que me pregunto en qué momento se perdieron, se olvidaron... se dejaron. Veo, en la contraparte, a personas esperando con fé esas explicaciones gracias a que en algún espacio de tiempo aprendieron que así debía de ser y me muero de la risa al observar las reacciones que un simple “sí” o “no” sin “agregados” puede provocar. La sinceridad asusta. Las pocas palabras aterran.
Hoy opto por romper. El tipo de rupturas que irónicamente reconstruyen. No me importa desafiar la inercia colectiva que manifiesta que si los esquemas y la seguridad van cayendo ante nuestros ojos (léase relaciones amorosas, trabajo, etc), debiera estar llorando como la muñeca fea “escondida por los rincones”. Simplemente estoy en el lugar que debo de estar porque así está decidido por una sabiduría más congruente y manifiesta que la mía. ¡Es perfecto! Y no estamos hablando de conformismo o de sujetarnos a la fé sin mover un dedo, simplemente es saber qué hacer con el capital humano, emocional, intelectual, financiero que se tiene en estos momentos y ser parte del proceso de evolución personal, descubrir cuáles son las opciones de acción dentro de este nuevo panorama, ponerle aceite a la neurona para comenzar a correr. Tampoco dejaré que mi rumbo esté decidido por una esfera burocrática que no me conoce o una expectativa económica tambaleante a nivel global, definitivamente no estaré rebotando entre la mente macabra de unos y la compasiva de otros. Pero para esto, el único remedio es moverse y levantarse. Dejar los dramas para una tarde de tele, helado y cama con la bruja, pero levantarse al dia siguiente a continuar con el hada.
hay situaciones que me descontrolan, pero que también tienen la función de sacarme de la línea marcada, de despertarme hacia la búsqueda de potencialidades. No repararé en detalles, pero algunos movimientos telúricos están ocurriendo a mi alrededor y es como debe de ser, aunque de momento me revele. Otras sacudidas ocurren paralelamente en el interior y las ideas, los sueños y las emociones apenas atinan a acomodarse. Esto me recuerda que sigo viva y me llena de curiosidad por saber qué sigue en el capítulo de mi vida. Soportar malas noticias cuando ya se cree tener bastante es una parte que como humanos nos pone vulnerables e indefensos. Pero darse la vuelta y dormirse otro rato hasta sentir el agua al cuello, no es para alguien a quien dotaron de cerebro.
Hay que rescatar las emociones, las pasiones. Recordar qué se siente inundarse por dentro de buenos momentos. Llenarse de luz y de motivos. Respirar un poco más, tomar más aire, experimentar si cabe más, siempre se puede más. En todo. Sólo tienes que probarlo.
sábado, 19 de junio de 2010
Soliloquio
Inclinando la cabeza hacia atrás para beber café de lata.. recordé qué rumbo debe seguir la mirada. Fija, al frente y hacia arriba..
Por lo menos el color me acompaña esta tarde. Un clima parecido al de mi tierra pero remasterizado. A través de él penetro en la versión de mi mundo para el día de hoy. Tarde de trabajo, lluvia amenazante y discreto sol. Una tarde amarilla. De esas que no queman. De las que barnizan la tierra. Esas tardes llenas de pensamientos dedicados y cien por ciento privados.
“Diferentes mundos dentro de un mismo ser tienden a confundir a cualquiera. La mente llega a convertirse en un mar lleno de especies acuáticas que se mezclan unas con otras para darle vida. Algunas inofensivas, otras tantas peligrosas y misteriosas. Me siento nueva cuando puedo ver a los delfines alegrando la superficie y contagiando el interior. Me falta el aire cuando veo emerger a la temida ballena dominando el paisaje con su inmensidad y peso. Pero a pesar de que la diversidad lo hace maravilloso, me desconcierta el desfilar de pequeños y grandes. Me hace mirar en varias direcciones y no saber cuál es la correcta”.
Otra vez internalizando y rescatando palabras para encauzarlas en cada tecla… demasiada evasión… Mi café ya es historia, pero dejó como legado un flujo contínuo de palabras susurrantes y frases incompletas. Por la cocina se asoman realidades con marca que hay que guardar en la alacena y por el correo electrónico más pendientes. Todo este panorama me recuerda que nada se mueve sin nuestro accionar, pero, por Dios.. ¡qué forma de demandar atención! ¿no son demasiado altas las expectativas del “alrededor” en una persona de tan sólo 2 manos? ¿no puede uno exiliarse de tal forma que nadie lo note?..
A veces, parece que el día conspira y no encontramos el momento de concluirlo y evadirlo en el sueño nocturno. En días así, no logro definirme y opto por el recurso del silencio, de la lejanía y de la autoprotección. Busco mi cueva, mi burbuja, mi refugio. En definitiva, prefiero enmudecer. Días pesados en los que el positivismo nos reta y, de plano, no hay forma de abrir la puerta . “Por naturaleza –y por gracia divina- van pasando, pero donde resulten frecuentes, terminaré fumando puro, sin haber pasado por cigarro…”
Mientras recargo mi cabeza sobre mi mano y pierdo la mirada en el cuadro de las calabazas, el sonido monótono del ventilador me adormece. En base a la experiencia, siempre he creído que el estado semiconsciente de la somnolencia trae las ideas que necesitamos, las soluciones que no hubiéramos creído plantear y frases que se tornan poéticas y originales. Cae la noche y otra vez me sorprende mi diálogo interno.. “dicen que nunca estamos solos y que los ángeles nos dictan lo que debemos escuchar. Bien me viene en este momento un par de alas envolviendo mi figura para desaparecer las sombras y recuperar la luz. Esa luz que levanta, sana, motiva y cobija. Duermo con ellos. Han llegado…”
Apresuradamente llega el día y el silencio me acompaña. Amada mañana de sábado. Hoy decidí comenzar distinto. El espíritu necesita renovarse y la sangre circular con fuerza. Agua tibia, casi fría, me devuelve algunas sensaciones perdidas. Mi piel y ánimo despiertan. Aterrorizar al miedo con tan sólo abrir los ojos debiera bastar. “Estoy conmigo y ningún ser en esta tierra trabajará en mis intereses. Yo puedo.” Cada semana que ha muerto trae su consigo la paz del anhelado descanso. Cada preludio de lunes, trae la esperanza de buenas noticias para la semana que comienza. En nuestro lado más humorístico cabe la posibilidad de despertar con la noticia de haber ganado el melate y llevar esa vida de sueño, regalada. Por lo pronto, sobrevivo al panorama de mi cartera.
Parece que los fines de semana, lo espiritual es invitado a gobernarnos, para la semana compuesta por 5 días, damos entrada a nuestros demonios. Estos que nos convencen de que nada vale la pena, que ya se ha intentado todo, que otros están peor, que van minando nuestra productividad, que nos convierten en seres a su merced, vulnerables a su voluntad y capaces de responder a la oscuridad que late en cada ser. Dar más de lo que creemos ser capaces de dar podría aniquilarlos, pero invitarlos a cohabitar sin pagar renta parece ser más cómodo. Dar rienda suelta a nuestros impulsos y consentir nuestros placeres son su hábitat preferido.
Quedan tan pocos espacios de tiempo dedicados a mirarnos sin reparos.. La mirada hacia el exterior acaricia, estremece, cuestiona, indaga, representa, pero la mirada interna que se sumerge en la autocompasión destruye. Poner objetivos en la mirada y no bajar a buscar basura en donde otros han muerto por hacerlo, marca la diferencia entre lo que se vive anhelando y lo que se vive trabajando.
El clima es un regalo, los ángeles son estupendos guías, el sábado restaura, el café inspira, los refugios evaden, las excusas son remedios con caducidad y se vale tener un pésimo día. Pero, sin decisión no hay resultado y con buena voluntad no se construyen destinos sólidos. ¿Cuántos de estos diálogos sin sentido ocupan nuestros días hasta el punto de irnos a dormir más confundidos y cansados de fastidiar a la mente?, ¿Cuánta distracción existe a nuestro alrededor que nos lanza hacia al extremo de nuestro enfoque primordial? Dar vueltas en un mismo sitio nos deja, precisamente, en un mismo lugar, mareados y con la energía en cero.
Perder el tiempo es una “actividad” de tiempo completo que nos lleva al vacío de oportunidades y a la búsqueda de desafíos. Actuar aunque todo parezca en contra o no tener sentido, es la nobleza de la búsqueda con recompensa segura. Decir “adelante” donde otros han desertado nos convierte en personas completas y constantes.
Aunque por los mejillas vayan rodando lágrimas de cansancio, de frustración o desesperación, levanta la mirada y no te detengas a merodear. Sigue.
miércoles, 2 de junio de 2010
Metanoia
Es muy probable que las presiones del trabajo y el atuendo de persona adulta me esté convirtiendo en una persona que ríe poco, ¿aburrida?.. no, no es para tanto, pero la rigidez que se espera de nosotros en los diferentes ámbitos en que nos desenvolvemos nos convierte en adultos de generación espontánea. Hemos llegado al punto en que la sonrisa de alguien nos puede parecer “sospechosa” y lanzamos atropelladamente comentarios que matan, en un instante, las buenas intenciones de quien había decidido construir un puente que comunique de lo ordinario a lo trascendente.
Me llegan a sorprender los niveles de apatía que un simple saludo puede generar en otra persona. Después de una sonrisa la respuesta obvia es otra sonrisa, ¿no? Después de un “Buenos días” la consecuencia inmediata sería otro saludo en el mismo sentido, pero a veces no es así. Hace poco, me doblaba de la risa al ver como una persona se asustó con la efusividad y emotividad de otra al despedirse. Pareciera que los buenos modales nos restaran poder o la correspondencia de afecto fuera un recurso no renovable, que de usarlo, se puede gastar. Simplemente aquí, en mi maravilloso entorno, cuesta trabajo predecir el clima anímico que portará cada persona y en respuesta a eso, preferimos no cuestionar ni sobre-reaccionar, entrando al juego de la indiferencia. Ese juego que todos jugamos alguna vez.. Ese rol que nos lleva a estacionarnos en los parámetros de la “normalidad” impuestos por una sociedad que se mide bajo percepciones y criterios relativos.
Tenemos lleno el repertorio de juicios, críticas o comentarios sin otro fin que descalificar al otro. Nos engolosina morbosamente los fracasos del que lucha a nuestro alrededor sin haber movido un dedo para dar el primer paso en nuestro beneficio. Empezamos a poner piedras al trabajo ajeno y no desaprovechamos la oportunidad de alimentar la luz del otro con nuestros aguijones. Escuché hace unos días que la crítica es “el tributo del mediocre y el fracasado al hombre o la mujer de éxito”… Mientras nuestro interior se deforma y escupe fuego a través de nuestra lengua, nuestro envidiado sujeto se activa, propone, crece, lucha, conquista y acumula logros.
Cuidamos más el trato cortés con quien tenemos relaciones temporales (sociales, laborales) que con quienes adquirimos compromisos de vida (pareja, hijos, padres). Mencionamos a nuestro compañero una lista de cualidades de otra persona y no reparamos en una sola que lo haga sentir especial por lo menos un día. Cuidamos nuestro lenguaje para dirigirnos a nuestros amigos y en casa lo olvidamos bajo el escudo de la confianza. No confundamos, confianza no es libertad para faltar al respeto. Sentido del humor no es franca burla para lucirse frente a un grupo de amigos. Honestidad no es descaro para herir e inteligencia también es criterio. Criterio para reconocer la diferencia entre corrección y ofensa, entre el orgullo y la soberbia, entre lo permanente y lo fugaz, entre quien te ama de verdad y quien sólo te utiliza.
Pretender pasar por encima de los demás abusando del poder físico o jerárquico nos hace ser temidos, más nunca queridos. Creernos más listos por hacer “tonto” a otro, nos ubica como las personas más débiles de juicio y voluntad. Concedernos tantos derechos y anular nuestras obligaciones nos hace pusilánimes y dependientes. Vivimos en un estado permanente de “Amnesia Selectiva”, recordando lo que nos hacen y olvidando lo que hacemos.
Despertemos a una nueva conciencia y madurez que nos permita sonreir por naturaleza. Que nuestra palabra sea útil y no nos comprometa a pagar un precio muy alto por ella. Dejemos de creer que hay mucho tiempo para restaurar. Nos acostumbramos a vivir bajo las sombras de nuestros actos, alimentando justificaciones y padeciendo las consecuencias; acto seguido: más quejas y motivos para permanecer en el nivel más ínfimo de calidad humana.
Más allá de la mente, más allá del impulso, más allá de nosotros mismos, hoy es el día del proceso “Metanoia” o cambio de enfoque. Tiempo para reinventarse, oportunidad para reajustarse, voluntad para manterse en pié.
Ahora, prueba cambiar tu rostro. La seriedad ya te acompañó por mucho tiempo.
sábado, 22 de mayo de 2010
Si te callaras de vez en cuando…
Si te callaras de vez en cuando, se esfumarían las ansiedades y las palabras que se escupen en forma de dagas. Disfrutaría más de una película sin reparar en el trabajo pendiente. Saldría más al sol, sin pensar en sus consecuencias, tendría menos temor de perder porque la palabra ganar ocuparía su espacio.
Si te callaras de vez en cuando, el corazón me soplaría más poemas y tú, menos recordatorios de pagos. Desaparecerían de mi escena los fantasmas amorosos y encontraría más a menudo la fortaleza para enterrar los delirios. Dejaría de juzgarme con parámetros dañinos e iría por el camino incrementando mis ventajas competitivas.
Si te callaras de vez en cuando, odiaría interpretar las acciones de los demás y me concentraría en la función que daré el día de hoy. Apreciaría con detalle los milagros que seducen mis cinco sentidos y dejaría de vaciar en la almohada todo lo que no parece procesarse con la luz del sol.
Si te callaras de vez en cuando, respiraría todo el aire de golpe y dejaría de seguir al pié de la letra este “ rally” cotidiano al que me sometes.
Si te callaras de vez en cuando, bastaría una gran carcajada para cerrar con broche de oro una gran metida de pata. Tomaría mis errores como el maestro más culto y no como caso para “La ley y el orden”
Si te callaras de vez en cuando, dejaría de enamorarme de las medias palabras, para registrar solamente los hechos. Rescataría la evidencia que cobra, uno a uno, los sueños sin respuesta. Mataría las palabras que le dieron vida al maravilloso hombre invisible.
Si te callaras de vez en cuando, no habría razones para volver a relaciones donde el guión se repite como leyenda de pueblo. El “no”, cobraría fuerza y el “sí” sería un traje de ocasiones especiales. No esperaría esa llamada, ni encontraría la tecla para contestar.
Si te callaras de vez en cuando, mi nombre cobraría vida como ser independiente y no como el conglomerado de roles con los que he cohabitado. Dejarías de repetirme que hay prisa por llegar y que faltan cinco minutos para la hora “D”. Disfrutaría sin culpas esa pasta y ese vino y las hermosas cosas que me quitan, según tú, mi tan preciado tiempo.
Si te callaras, por lo menos los fines de semana, dejaría de contar el dinero que invierto en salir con mi gente. Le pondría encantada el precio a esos momentos y dejaría de escatimar en su sonrisa. Me quejaría menos de lo que debo dar por el simple placer de dar.
Si me dejaras en paz, por lo menos, de vez en cuando…. Cerraría los oídos a palabras necias y acamparía sólo en la mirada de Dios.
Por eso, Cállate, querida mente, hasta que tus designios se empaten con mis límites. Tu razón estructurada a la calma que necesito y tu andar incesante a mi danzar genuino.
Al final, si no lo sabías… Yo mando.
miércoles, 5 de mayo de 2010
Filtro de mayo
“Mayo. Mientras viva, siempre serás así… Un pedazo de presente impregnado de comienzos. Volveré a ti cada vez que sea necesario”.
Hay circunstancias de la vida que van armando el rompecabezas de nuestro propio Yo. Conectarse con el interior y saber reconocer, bajo la etiqueta de una palabra, eso que estamos sintiendo es tarea de gigantes. Descubrir capa por capa emociones, pensamientos, recuerdos o frustraciones, se convierte en un proceso parecido al de arreglar el clóset. Para acomodar nuestro presente puede ser necesario recurrir al origen.
Viajar años atrás, puede ser un bálsamo sanador para los momentos emergentes… Cerrar los ojos.. Abrir el baúl de nuestra historia hasta situarnos en aquel lugar donde podíamos confiar, donde éramos menos complicados, donde la congruencia entre el decir y el obrar era innata, donde los malos ratos de un día, no se llevaban puestos al siguiente. Recordar nuestra habilidad para dejar pasar sólo lo bueno de entre lo malo.
Nuestra niñez. Inundada siempre de fé en nosotros mismos y en los demás. Pequeños ángeles con disfraz de diablillos que nos han heredado un sueño y su maestría para andar menos y disfrutar más.
En esos primeros años, perdonar era sinónimo de olvido. Nuestras preguntas eran parte de nuestro crecimiento y no un pretexto para paralizarnos. El llanto era efímero y podía convertirse en carcajada en un abrir y cerrar de ojos. Los rostros familiares formaban parte de una visión rutinaria. El sentido de la vida se concentraba en el presente y la perspectiva del futuro, era emocionante. Los conceptos de “demagogia”, “secuestro” o “corrupción” eran palabras que habitaban en enciclopedias o en las revistas de mi abuelo. Un mundo tan lejano….
A mí lo que me preocupaba era si mi abuela tenía suficientes colchas para armar una casa en el jardín o si podía quedarme más tiempo con ella en vacaciones. ¿Las hazañas?, lograr, después de varios intentos, escalar ese árbol y postrarme en una rama para ver el mundo desde una perspectiva más alta que la de cualquier persona “grande”. Un gansito congelado sabía a gloria, una barra de plastilina tomaba forma en mis manos. Olores, texturas… el sonido del timbre de salida de a escuela, la importancia de una palabra dicha en el momento preciso.
El cajón de un mueble podía ser un paraíso de entretenimiento por horas.. Un apagón, representaba un reto a la valentía. Me gustaba salir con los amigos de la cuadra cargando una linterna, sin otro objetivo más que ir más lejos de nuestros límites espaciales y descubrir el contraste de la oscuridad y nuestras luces. Desafiar al miedo, ser cómplices de una aventura, construir nuestra propia leyenda, representarla y recordarla. Una historia en la mente de varios guerreros, que sólo se consideraban enemigos temporales jugando al “stop”. No había resentimientos, ni revanchas llevadas que rebasaran nuestra nobleza.
Mucho se ha dicho que el pasado es un capítulo a cerrar, pero definitivamente en él, hay algo que nos cobija y nos ubica en nuestro verdadero ser. Todos necesitamos un filtro que depure nuestra mente de aquellas cosas que vamos acumulando hasta el límite de la toxicidad. Cada año cumplimos el ciclo del “año nuevo personal” en nuestra fecha de nacimiento. Una oportunidad para replantear y construir. Un nuevo punto de partida que nos permita respirar un aire menos denso y continuar. Mi filtro se llama “mayo”, pero lo mismo puede ser junio o febrero para ti, no importa tanto la fecha en que hayas nacido sino el momento en que es necesario aplicarlo.
El filtro te regresa a la calidez y pureza de tu esencia para extraer de ella sensaciones de paz que necesitamos para continuar. Recurrir a pensamientos simples y experiencias gratificantes de nuestra infancia nos ayuda a eliminar en el hoy los bloqueos mentales y emocionales.
De vez en cuando, el cuerpo y el alma solicitan un pequeño receso para visitar a la niña y descansar con ella. Pisando mayo, es momento de comenzar de nuevo..